Cuando me llamaron para ir a comer a José Luis tuve que
buscar en mi memoria la última vez que
estuve en alguno de ellos.
Fue hace unos 6 años, una comida informal en el Paseo Francisco de Sales y sí, aún
recuerdo algún plato como las mollejas.
José Luis es un clásico, como dice mi amigo Fernando, una apuesta segura cuando te asaltan dudas entre la gran oferta gastronómica que existe
hoy en la capital. Todos en mayor o menor medida lo asociamos aún con su famosa
tortilla o ensaladilla.
Pero José Luis aún guarda toda la esencia del primer día.
Su primer restaurante lo abrió en 1957, y sigue fiel a su
filosofía de amantes del buen producto tradicional.
Así que fui a su Restaurante de Rafael Salgado, frente al
Bernabeú con bastantes reservas y el pensamiento de un restaurante rancio.
Dispone de tres espacios diferenciados, una de las llamadas
“peceras” donde todo es más informal, para comida o aperitivo rápido. Otra más
vestida, también en pecera, y por último el salón restaurante con reservado.
Hay donde elegir.
El primer plato, salmorejo, no es una casualidad. Perfecto
en textura y sabor sorprende y nos gusta.
Le sigue un arroz con carabineros que confirma que esto va
en serio. Arroz en su punto, algo meloso y con todo el sabor de un buen fondo. Saben lo que hacen y lo
hacen muy bien.
Ha saltado al sorpresa y todas las dudas se disipan. Espectacular.
Continuamos con un clásico, Merluza en Salsa verde con almejas. Aquí, sencillamente,
está lo que antes comentaba, el amor al
excelente producto y la perfecta
elaboración. La merluza tersa y sabrosa se deshace en boca. Se agradece el
bocado y trae a la memoria la cocina
tradicional que muchos echamos de menos.
Para terminar, lomo alto de Black Angus en su punto y
trinchado. Otra delicatessen con el que disfrutamos convencidos de la excelencia.
En cuanto a los postres, y sabéis que no soy de dulce, ofrecieron un helado de jengibre con
crema de naranja y sésamo. Todo ello con sandía, aunque sinceramente, al postre
le sobraba esta última.
No porque estuviera mala, sino porque el resto era tan
bueno que no destacaba.
La crema sublime
Tampoco podía faltar una selección de su obrador. Ojo con la
tarta de yema, una perdición para los amantes de las yemas y la de
limón, espectáculo puro.
Todo ello lo acompañó el vino que ellos mismos elaboran de
la Tierra de Castilla y León, Cobranza, muy correcto y equilibrado.
En este mundo gastronómico de hoy en día, en el que a veces
no sabemos lo que comemos, agradecí este menú, es como llegar a casa de mamá y
te haga un buen cocido o sus famosas croquetas.
Grata sorpresa que hace que José Luis esté de nuevo en mi
lista de imprescindibles.
Precio medio por persona: 40-42 €
Restaurante José Luis
C/Rafael Salgado 11-Madrid
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