Dos semanas antes de conseguir su segunda estrella Michelín
estuve comiendo en buena compañía en el Restaurante Coque.
Ni que decir tiene que no sólo me emocioné que tuviera su
segunda, ya que del tirón yo le había metido en su cocina impecable dos más y
que deslumbrara aún más con tres.
Todos aquellos que me conocéis o seguís ya sabéis que para mí
la cocina tradicional es la base de todo
y que últimamente hay demasiados restaurantes
en los que brilla por su ausencia. Lo que siempre decimos, no puedes deconstruir
unas lentejas si no sabes hacerlas. Ese es el quid de la cuestión gastronómica
Y heme aquí que entro
por la puerta de Coque y estoy como en mi casa. Los hermanos Sandoval saben
recrear hasta el sofá de mi salón para que me sienta tan cómoda que sólo falte
que en la cocina me encuentra a mi abuela o mi madre.
Desde el coktail que abre su menú con base de bourbon ,
jerez y vermút y esa uva ácida de
Sauvignon Blanc o el Macarrón de Merlot con torta de queso. Un homenaje a las
uvas y también una presentación
espectacular de lo que iba a ser su menú.
No todos los restaurantes se atreven a meterte en su cocina.
Mario te lleva en ascensor y te espera
en la puerta. Ahí es nada. Un placer saludarlo y mirar de reojo cada rincón de
la cocina donde predomina la luz y la pulcritud. (De formación profesional
oiga).
Tras su Piñón hidrolizado y la lechuga Batavia de su huerto ahumada con estofado de ternera, nos sentamos en la sala.
De sus doce platos destaco algunos (aunque he de decir que
todos tienen algo mágico)
Salmonete de roca a la brasa sobre jugo de ortiguillas con
jengibre y wasabi, crujiente en su piel. Técnica impecable y producto de
primera calidad.
El Erizo de mar con puré de pochas con curry verde es sencillamente una ola de
mar en tu boca que te hace respirar dos veces. ¡Qué siga el espectáculo!.
Otro plato destacable es Pepitoria Thai de gallo con huevo
escalfado en su propia salsa y boletus guisados con panceta ibérica.
En este momento me planteo pedirle un plato hondo a Diego
para que me pongan un par de cucharones de esos caldos espectaculares que acompañan
a los platos. ¿Cocina tradicional?
Perdonen ustedes pero los fondos rebosan de la cocina de
siempre, la que me hace cerrar los ojos que
me lleva a la infancia y a la cocina de mi abuela. Toucheé amigos. Revolución
en el fogón de mi madre con todos los sabores incorporados y una vuelta de
tuerca más.
No hay que perderse un plato que va intrínseco con los
hermanos Sandoval. Cochinillo lacado con su piel crujiente acompañado de
puré de manzana y melocotón. De
los mejores que he probado por no decir el mejor. Y un toque especial, abrir la
campana y descubrir un sutil ahumado que
identifico automáticamente con el aceite de Castillo de Canena. Todo un acierto
señores.
Y acabo con el plato que para mí no sólo sorprende sino que
despierta todos tus sentidos. Ravioli meloso de liebre y tendones de ternera
con higos a la brasa y jugo de liebre con garnacha. Un plato redondo al que hay que rendirse y disfrutar con los
ojos cerrados para que desde el paladar se impregne a cada rincón de tus
pupilas gustativas. Me quito el sombrero y confieso que aún sigue en mi
memoria.
Una experiencia sensorial
desde que entras por la puerta y que
consiguen mantener durante tres horas de menú. Esta vez acompañado de
Bodegas Roda, Sela del 2012 que aguantó todo lo que le pusimos por delante.
Una recomendación, toma el tren a Humanes (veinte minutos) y desde la estación son cinco minutos andando (ya
no se lleva eso de beber y conducir).Y hazme un favor, en cuanto tengas
oportunidad, escápate y déjate llevar.
La magia de los hermanos Sandoval te atrapará seguro.
Restaurante Coque
C/Francisco Encinas 8
Humanes-Madrid
Menú Arqueología: 140 € (sin vinos)
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